El valor de la igualdad de género en las empresas está demostrado, ya que las empresas inclusivas registran un 19% más de ingresos por innovación que las demás. Sin embargo, a pesar de sus beneficios, esta cuestión se plantea con demasiada frecuencia solo en una ocasión especial, cuando en realidad debemos hacer que los avances se produzcan durante todo el año.
Fíjese en el movimiento #MeToo: no fue el resultado de un único acontecimiento, sino una conversación sostenida y continua para el cambio. La palabra clave aquí es conversación y necesitamos facilitar un diálogo abierto si vamos a crear un espacio para ello en nuestra industria. Sin embargo, las barreras que lo impiden pueden ser tanto personales como profesionales, lo que significa que tenemos que crear un entorno que permita a los que nos rodean, y a nosotros mismos, hablar.
Igualar las condiciones de juego
Especialmente en el lugar de trabajo, debemos borrar las líneas entre los diferentes grupos y permitir el progreso universal. Por ejemplo, a la hora de apoyar a las mujeres en la industria, las alianzas entre hombres y mujeres son muy valiosas y ayudan a conseguir un auténtico cambio. Al derribar las barreras invisibles mediante programas como la tutoría entre géneros, vemos que los modelos de conducta y la inspiración pueden venir de cualquier parte. Afortunadamente, en mis 13 años de carrera en GroupM, la diversidad ha sido una conversación abierta, no un susurro a puerta cerrada. Se me ha empujado, desafiado, escuchado y celebrado tanto como a cualquier otro colega.
Más allá del género, la experiencia debe provenir de todos los ámbitos de la vida, no sólo de las personas con más años que tú, sino de las que dirigirán el programa mucho después. Aunque la representación en el nivel de liderazgo es importante, sería ingenuo decir que los líderes son la única fuente de experiencia de la que podemos aprender. Por eso iniciativas como la de los 40 menores de 40 años tienen tanto valor, ya que los jóvenes talentos son la clave para impulsar la innovación.
Lucha contra las voces interiores
Aunque abogar por la diversidad de género como empresa es esencial, también es vital que los individuos se impulsen a sí mismos. Las organizaciones sólo pueden aportar cambios hasta cierto punto, y es el individuo el que debe mirar hacia dentro y dar el primer paso para derribar esas barreras.
Como mujer me he preguntado: ¿puedo hacerlo? ¿A qué tengo derecho? ¿A qué me estoy esforzando? Y esta forma de cuestionar es otra barrera que nos frena. Las personas necesitan tener fe en sí mismas para asumir mejores papeles, hablar de sus logros, pedir más y gestionar mejor, pero debemos construir una cultura que nos permita abrir estos diálogos para nosotras mismas. Aunque se trata de una cicatriz que se arrastra desde que la inclusión no formaba parte de nuestros lugares de trabajo, no es algo a lo que debamos temer enfrentarnos mientras nos proponemos alcanzar nuevas cotas. Personalmente, llevo mis propias "cicatrices de voz interior" con orgullo y no tengo miedo de hablar de ellas, considerándolas una fuente de valor que puede empoderar a los hombres y mujeres que me rodean, además de recordarme a mí misma los pasos que he dado para llegar a ser quien soy hoy.
Hablar durante todo el año
Los esfuerzos y las iniciativas para señalar la necesidad de la diversidad de género son más transparentes que nunca, pero sólo se puede lograr un progreso tangible si se mantienen estas conversaciones durante todo el año. Cuando eventos como el Día Internacional de la Mujer van y vienen, las empresas deberían utilizarlos como un momento para reflexionar sobre los resultados de sus esfuerzos, no sobre el hecho de que los esfuerzos deban existir. La iniciativa #WeWalkTheTalk de GroupM es un ejemplo de cómo se puede defender un diálogo continuo y abierto sobre la igualdad en estos momentos, ejemplificando que la diversidad puede alcanzarse a escala global.
Fue un privilegio asistir a #WeWalkTheTalk y alejarme del ajetreo de la oficina para apreciar lo que se ha logrado, tanto a nivel personal como a nivel de la empresa, me hizo reflexionar: se encendió una nueva "chispa" dentro de mí para reconocer mi responsabilidad de inspirar a quienes me rodean.
Hemos avanzado mucho en la construcción del camino hacia la diversidad de género en el lugar de trabajo, pero necesitamos que más empresas comprendan que no es un objetivo, sino una forma de operar. Es un movimiento de colaboración, que nos inspira a aprender de las experiencias de los demás, a derribar nuestros obstáculos internos y a asegurarnos de que nuestras conversaciones perduren después de los momentos de celebración.